El cactus crece lentamente…, y esto le permite ir conociendo  lo que le rodea, e irse acomodando a su espacio. Algunos se levantan erguidos en busca del sol, otros se inclinan con armoniosos movimientos curvos, en  busca del suelo o de la pared,  otros se sientan, agrupándose, para no perder ni un ápice de alimento, y si se sienten encerrados, van sorteando los obstáculos hasta salir al aire libre.

En esta época (he ido a visitar el jardín a mediados de febrero) los cactus no tienen flores, pero dentro de poco brotarán y tendrán casi todas las tonalidades del arco iris, dándole al verde un aspecto más vistoso. Volveré para verlas.

Cada una de las joyeras vió el mismo jardín, pero cada una vió su propio jardín, e hizo un trabajo absolutamente personal.

Nicole realiza unos cactus casi humanos con material textil, muy dúctil del que salen unas minúsculas florecillas.

Las flores adquieren una mayor relevancia en las piezas de Clara y las intercala, rosas, rojas o azules, en los diversos verdes.

Carla baja la vista y en el suelo encuentra residuos de todo tipo, generalmente de tonalidades rojizas, que incorpora a sus piezas.

Lola investiga los diversos verdes que puede conseguir con la cerámica y de ella hace nacer sus cactus, que luego ensambla con otros materiales.

Para Silvia, los cactus son gigantescos guerreros y crea para ellos unas piezas potentes y llenas de color.

(Bruna Scotto, 2016)